CUIDADOS DE LA LAVANDA

Lavanda

Esta planta ancestral que la podemos encontrar en toda la península Ibérica y que durante tantos siglos ha sido utilizada, no solo para aromatizar, si no para teñir, curar, relajar y un gran etcétera. Nuestras abuelas sabían bien para qué servía y nos han dejado su legado, ahora es nuestro turno de recoger ese saber y las técnicas para volver a retomar sus usos.

¿Cómo regar y cuidar la lavanda?

Dado su carácter rústico, en la naturaleza la Lavanda soporta incluso las épocas de ausencia de agua. Sin embargo, tendremos que prestarle atención a su pauta de riego especialmente en los meses de crecimiento en los que tendremos que dispensarle un riego moderado. Es importante que la reguemos evitando siempre mojar sus ramas y flores, ya que de hacerlo corremos el riesgo de que en la planta proliferen hongos.

Durante los meses de frío, espaciaremos los riegos y los concentraremos en las horas centrales del día para evitar que, con la llegada de la noche, sus raíces todavía puedan guardar humedad. En los meses de calor, lo ideal es un riego regular una vez a la semana y siempre que el sustrato esté seco antes de hacerlo

¿Cuándo podar la lavanda?

Esto es algo que no debemos confundir con recoger sus flores (si el destino de estas es tener fines decorativos o, incluso, medicinales). Con el comienzo de la primavera o la llegada del otoño (siempre antes o después de la época de floración), lo más recomendable es realizar una pequeña poda que nunca superará la mitad del tamaño de la planta. Gracias a ella, estaremos estimulando el crecimiento de nuevas ramas pero también de sus flores.

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